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Viaja un siglo atrás y adéntrate en el Buque de los Sueños. En su interior, las vidas y las historias de las 2,208 personas que depositaron sus ilusiones, sus esperanzas y sus anhelos en él. Conoce de su propia mano esta travesía que ya es eterna, conoce la Verdadera Historia del Titanic.


sábado, 24 de octubre de 2015

Duff Gordon, ¿soborno o generosidad?

Una de las grandes controversias surgidas de la noche del hundimiento del Titanic es sin duda qué ocurrió en el bote número 1 después de abandonar el Titanic y antes de ser recogido por el Carpathia. Hablamos del sospechoso ofrecimiento de 5 libras por parte de Sir Cosmo Duff Gordon a los marineros de su bote. ¿Fue un soborno para no volver a por las personas que estaban en las frías aguas y así no poner en riesgo el bote y sus ocupantes?, ¿o fue un momento de compasión y generosidad tras saber que los marineros lo habían perdido todo y la White Star no se hacía cargo de ellos? Comprobémoslo de mano de las declaraciones de los que iban abordo del bote 1 aquella noche.

Antes de nada presentemos a nuestros dos protagonistas: Sir Cosmo Duff Gordon y su esposa Lady Lucile.


Sir Cosmo, nacido el 22 de julio de 1.862 en Eton, era el quinto Barón de Eton. En la década de los 90 conoció a la diseñadora de moda Lucile Christiana Sutherland, nacida en Londres el 13 de junio de 1.863. En un principio su relación era simplemente laboral, pues Cosmo se convirtió en inversor en la compañía de Lucy, pero terminaron enamorándose y se casaron en 1.900. Este matrimonio resultó ser polémico dado que Lucy era una mujer divorciada (a los 18 años se había casado con James Stuart Wallace) y, además, su hermana Elinor Glynn escribía novelas eróticas.


Por razones de negocios, Sir Cosmo y Lady Lucy tenían que viajar a América, motivo por el cual compraron unos pasajes de primera clase del Titanic. El 10 de abril de 1.912 embarcaron en el Buque de los Sueños en el puerto de Cherburgo, junto a la doncella de Lucy, Laura Francatelli. Sir Cosmo ocupó la cabina A-16 y Lucile la A-20. Firmaron en el buque como Mr. y Mrs. Morgan para así evitar a la prensa, pues sobretodo Lucile era muy mediática.



Camarotes de Lucile y de Sir Cosmo


Sobre las 23:40 h del 14 de abril de 1.912 el Titanic chocó con un iceberg. Lucy sintió la colisión y gente corriendo por el pasillo. Lo describió así:



"Fue como si alguien hubiera arañado con un dedo gigante todo el lateral del barco." 


Tras varias investigaciones los Duff Gordon y Laura Francatelli se dirigieron a la cubierta de botes donde embarcaron en el bote 1, en el cuál contando con ellos, sólo iban 12 personas. Y aquí empieza la parte de la historia a la que nos queremos dedicar en este artículo.


Sir Cosmo Duff Gordon
La noche en la que el Carpathia llegó a Nueva York, Sir Cosmo Duff Gordon y su mujer Lucile cenaron con varios amigos, entre ellos Abraham Merritt, editor del periódico New York American. Durante aquella cena Lady Duff Gordon contó algunos detalles de lo sucedido la fatídica noche. Aproximadamente media hora después de que Merritt se marchara llamó a Lucile por teléfono:

“Mr. Hurst me acaba de llamar y quiere tener tu historia sobre el hundimiento del Titanic en el periódico de mañana por la mañana. ¿Puedo contarle tu historia tal y como la has contado?”

Lucy le dio su aprobación y la historia salió en prensa a la mañana siguiente, apareciendo por primera vez en el New York American del viernes 19 de abril de 1.912. Además, la historia de los Duff Gordon apareció en otros periódicos a ambos lados del Atlántico con alguna que otra variación. El testimonio fue recogido por el London Daily News y publicado en su edición del 20 de abril. Esta fue la versión de la historia que Lady Duff Gordon contó durante su presencia en la Investigación Británica. Muchas de las publicaciones son, en conjunto, relativamente consistentes pero contienen varias incoherencias. No obstante ninguna de éstas contradicen directamente sus declaraciones respecto a los últimos momentos del barco.

El testimonio era muy vivo y daba varios detalles interesantes sobre el hundimiento. Además fue redactado en primera persona, sugiriendo al lector que era una cita directa en vez de un artículo posterior de un reportero.

Lady Lucile "Lucy" Duff Gordon
Sin embargo cuando llamaron a Lucile a testificar en la Investigación Británica, ésta negó rotundamente muchos de los detalles del testimonio que apareció en el London Daily News y declaró que dichos detalles eran una “invención” del reportero. Realmente ella no usó la palabra “invención” sino que asintió cuando fue usada dos veces por su interrogador, Mr. Clement Edwards.

Muchos detalles en la publicación del London Daily News armonizan perfectamente con el testimonio de Sir Cosmo Duff Gordon en la investigación Británica así como con las cartas privadas originales escritas por Lady Lucile a su familia y conocidos. Hay dos cartas en particular que destacan por su control. La primera es una carta de Lady Duff Gordon a su hermana; y la segunda dirigida a Margot Asquith, mujer del entonces primer ministro británico, Herbert Henry Asquith. Esta segunda carta está datada el jueves 16 de mayo de 1.912. Sir Cosmo subiría al estrado el viernes 17 de mayo y el lunes 20 de mayo, mientras que Lucy lo haría el mismo lunes 20. Muchos de dichos detalles coinciden también con aquellos descritos en la autobiografía personal de Lucile Discretions and Indiscretions (Discreciones e Indiscreciones)  escrita en 1.932. Ésta contiene tres capítulos sobre el hundimiento del Titanic. Incluido entre estos detalles encontramos que ella despertó a Sir Cosmo tras la colisión, que después de más de una investigación él averiguó que tenían que vestirse y subir a la cubierta de botes e incluso que el bote 1 estaba a unas 200 yardas del barco cuando éste se hundió (algo que se ha corroborado casi por unanimidad por todos los ocupantes del bote que han hablado sobre este punto como veremos un poco más abajo).

No obstante, en la investigación, Lucy calificó una gran parte del relato del periódico atribuido a ella como “bastante inventivo”. Negó particularmente algunos hechos en la cubierta de botes, de cuando estaban a punto de embarcar en el bote 1, que el periódico detallaba. Negó que un oficial le preguntara si estaba lista para embarcar; que ella le dijera a su marido que bien podrían subir al bote a pesar de que fuera “una pequeña excursión placentera hasta la mañana”; la terminología con la que se refiere al bote 1 como “el bote especial del capitán”, etcétera… Asimismo negó las declaraciones en el artículo referentes a datos específicos de los momentos finales del buque y sobre si escuchó algunos gritos de auxilio tras el hundimiento. Sus palabras fueron:

“En el momento en el que tocamos el agua lo hombres empezaron a remar. Hasta donde puedo recordar la orden era remar rápido lejos del barco sobre unas 200 yardas. Después de que el Titanic se hundiera no escuché ningún llanto. Antes de que se hundiera había lamentos terribles. Pero mi impresión fue que, tras el hundimiento, había un silencio absoluto. Bueno, quizá pude haberlo escuchado, pero estaba terriblemente enferma y no podría jurarlo.”


¿Es esto cierto? Lo que está claro a día de hoy es que el bote no regresó para ayudar a las personas que flotaban en las frías aguas a pesar de que estaban a sólo 200 yardas del lugar y muchos de los ocupantes de los botes afirmaron oír claramente el ruego de auxilio. El bombero jefe Charles Hendrickson dijo que él sugirió volver atrás, pero los pasajeros, en especial Sir Cosmo, Lady Lucile y su secretaria Laura Francatelli, objetaron que podrían hundirse si lo hacían:
Charles Hendrickson


“Había terribles llanos a cierta distancia, unas 200 yardas. Desde luego todos los oímos. Propuse volver atrás y no quisieron escuchar. Ninguno de ellos quiso volver. Ninguno de los pasajeros ni nadie más. Fue después de que el barco se hundiera. Hablé con todos allí, grité en el bote a cualquiera que estuviera escuchando. Había sitio de sobra para otra docena. Sir Duff Gordon y su mujer y otra pasajera (Laura Francatelli) se negaron. Dijeron que sería demasiado peligroso volver atrás, que nos hundirían. Sir Duff Gordon y su mujer, eso fue todo. No escuché a nadie más. Symons no volvió a decir nada. Los tripulantes no volvieron a decir nada. Yo no dije nada más. El timonel estaba a cargo del bote, él sabría que era lo mejor. No todo el mundo podría hacerse cargo de un bote. Cuando un hombre se sube a un bote, el timonel se hace cargo y lo hace todo.”


George Symons, por su parte, declaró que:

George Symons
 “Volver atrás en ese momento no era seguro en ningún caso. No en ese momento, no tan pronto como el barco había desaparecido. Sólo iba por los gritos. Podías oírlos; podías oírlos bastante bien. Pero en el momento pensé, usando mi propia prudencia, que no era seguro de ninguna manera haber vuelto al barco cuando había desaparecido. Determiné por mi propio deseo, al ser el responsable de la situación, volver cuando la mayoría del peligro se hubiera acabado. Usé mi prudencia. No tenía miedo a nada, sólo tenía miedo de poner en peligro las vidas de las personas que tenía en el bote. Teníamos sitio, decían, para otros ocho u otra docena más en el bote, pero tenía miedo de que nos hundieran. De que la gente nos hundiera al intentar subir al bote.


No escuché a nadie decir nada respecto a volver. Esperaba que alguien dijera algo al respecto. Era razonable. Si alguien hubiera dicho algo estoy seguro que lo hubiera escuchado. Todos estábamos haciendo nuestro trabajo. No decían nada. No escuché ninguna conversación. Lo único que escuché fue a Sir Cosmo Duff Gordon intentando animar a Lady Duff Gordon. Esa fue la única conversación, algunas palabras que le dijo y fue al filo del amanecer. Si hubo otra conversación es desconocida para mí. No escuché nada.”



 Respecto a esto Sir Cosmo declaró lo siguiente:

“En el momento en el que el Titanic se hundió todo se paró. Había un silencio de muerte. Entonces escuchamos llantos, hasta que los hombres empezaron a remar de nuevo, que fue muy pronto, casi inmediatamente. No sé en qué dirección remaban, pero creo que empezaron a alejarse inmediatamente. En mi opinión era para parar el sonido.No escuché ninguna sugerencia de volver atrás. No creo que hubiera sido posible, por una cosa. No sé si hubiera sido seguro. No sé en qué dirección deberíamos haber ido. Estuve mirando al Titanic, por supuesto, hasta el último momento y, después de eso, uno no sabía dónde había estado.Es difícil explicar qué me pasó. Estaba cuidando a mi mujer, estábamos más bien en unas condiciones anormales. Había muchas cosas sobre las que pensar pero parecía claro que las personas en el agua podrían ser salvadas por un bote. Podría haber sido posible, pero habría sido muy difícil volver, a la distancia a la que estábamos y en esa oscuridad, para encontrar algo. No pensé en ello. En ese momento estaba atendiendo a mi esposa. Habíamos tenido una tarde seria.”

Sabemos que sobre 20 o 30 minutos tras el hundimiento, Sir Cosmo le ofreció 5 libras a cada miembro de la tripulación de su bote, aparentemente para que consiguieran un nuevo equipo, ya que en teoría los marineros estaban comentando que lo habían perdido todo con el barco. Ya en el Carpathia este gesto se llevó a cabo, al parecer, en forma de un cheque por valor de 5 libras. Por las declaraciones de otros testigos sabemos que los gritos en el agua se prolongaron bastante tiempo tras el hundimiento, menguando gradualmente. En otras palabras, de acuerdo con los recuerdos del propio Sir Cosmo, su ofrecimiento fue realizado en el tiempo en el que muchos testigos dicen que los gritos seguían siendo audibles. Si la oferta fue realizada en un acto de generosidad o no, ciertamente es un poco sospechoso.

En palabras del propio Sir Cosmo:

“Había un hombre sentado a mi lado y en la oscuridad no pude ver nada de él. Nunca le había visto y aún no sé quién es. Sería cuando dejaron de remar, 20 o 30 minutos después de que el Titanic se hundiera, cuando este hombre me dijo ‘Supongo que lo ha perdido todo’, ‘Por supuesto’ le dije. Él me dijo ‘Pero puede conseguir más’ y le dije ‘Sí’. Entonces dijo ‘Bueno, nosotros hemos perdido todo nuestro equipo y la compañía no nos quiere dar ninguno más y nuestra paga se detiene desde hoy. Todo lo que harán será mandarnos de vuelta a Londres’, así que les dije ‘Vosotros, compañeros, no tenéis que preocuparos por eso. Os daré 5 libras a cada uno para que empecéis un nuevo equipo’. Esa es la historia del cheque de 5 libras. Se lo dije a uno de ellos u no sé aún a cuál.”


Esta conversación a la que se refiere Sir Cosmo Duff Gordon, la cual desconoce con quién la mantuvo, fue con el bombero Robert Pursey. Éste lo relata de la siguiente manera:

“Después de que el Titanic fuera un barco hundido, después de que todo estuviera en silencio, Lady Gordon le dijo a Miss Franks ‘Ahí has perdido tu bonito camisón’ y le dije ‘No se preocupe sobre su camisón señora, mientras que tenga su vida’. Les dije que nosotros habíamos perdido nuestro equipo y que nuestra paga había parado desde que el barco se había hundido. Entonces escuché a alguien decir desde mi lado ‘Os daremos algo de dinero para empezar un nuevo equipo’. Eso fue todo lo que escuché. Era sobre las 3:00 de la mañana, porque estábamos remando hacia las luces cuando esto fue dicho. Estuvimos remando hacia las luces media hora o más.”


Todos los hombres supervivientes del naufragio tuvieron que dar muchas explicaciones a la sociedad de la época. Sin embargo, los ocupantes del bote 1 parecían estar destinados a un juicio particular, ya que sólo llevaba 12 personas a bordo (un cuarto de su capacidad total).
Como los Duff Gordon viajaron desde Nueva York a Europa a bordo del Lusitania, la prensa tuvo un día de trabajo con su historia. Éstos declararon abiertamente que Sir Cosmo había sobornado, en un acto de cobardía a la tripulación para no volver a ayudar a aquellos en el agua. Cuando la pareja desembarcó en Liverpool a su llegada a Inglaterra, fueron a coger el tren que enlazaba con Londres. En la estación, los chicos de las noticias corrían gritando “¡Lean sobre el cobarde del Titanic!”. En las inmediaciones había pancartas que anunciaban las historias de los periódicos en las que se podía leer “Barón y esposa reman lejos del hundimiento” y “Sir Cosmo Duff Gordon sano y salvo mientras mujeres se hunden en el Titanic”. Lucy declaró que la cara de su marido mostraba una expresión afligida. Cuando llegaron a casa encontraron una montaña de cartas, algunas con ánimos de parte de algunos amigos y otras cargadas de odio.

Gracias a las cartas de Lucile con Mrs. Asquith, sabemos que Lady Duff Gordon estaba preocupada por su marido, pues los constantes ataques a su reputación pesaban sobre él. Si los ataques eran ciertos o no, el matrimonio tenía una reputación que mantener y los círculos sociales de la época eran reacios a perdonar los errores. Los rumores podrían haber arruinado la carrera de Lady Lucile. Podrían haberse encontrados aislados de la buena sociedad.

No importaba si la oferta de 5 libras fue hecha de forma generosa o como un soborno, el asunto al completo tenía mala pinta. Por tanto está muy claro por qué Lucile fue tan firme al asegurar que nunca escucharon gritos de socorro. Hay un consenso de que tras el hundimiento del Titanic, ella enfermó gravemente, ya sea por el shock y el miedo o por los mareos, por tanto hay una pequeña razón para creer que no escuchó dichos lamentos a una distancia de sólo 200 yardas en la quietud de la noche en un bote abierto. En este aspecto, el relato de Lady Duff Gordon en la historia del periódico es mucho más creíble que su historia en la investigación. Esto plantea una pregunta, ¿qué más de esa historia del periódico, relatada a buenos amigos inmediatamente después de llegar a Nueva York y antes de que las cosas se pusieran feas con la prensa, eran ciertas y cuáles no? Obviamente, muchas de estas partes eran muy inconvenientes a la luz de la controversia que envolvió a la pareja en su regreso a Inglaterra. ¿Era verdad, como afirmó Lucile en la investigación británica, que el editor del periódico mandó sus duras declaraciones y más tarde fueron exaltadas por un periodista? ¿O la historia fue transcrita y publicada cuidadosamente pero Lucile se vio forzada a negarlo porque habían desencadenado una gran ola de controversias?, ¿es posible que la esencia de la historia sea cierta, pero que ciertas partes no fueran transcritas con completa exactitud dándole a Lady Duff Gordon la oportunidad de apartarlo del estrado?

Si alguna parte de su relato del periódico concuerda con las declaraciones que hizo en sus cartas personales, en su testimonio, en su autobiografía o está en armonía con la evidencia general dada por otros, entonces es mucho más probable que sea cierta y ha sido incluida en el relato como tal. Y en lo que los relatos difieren, es probable que nunca se sepa la verdad.


En el hundimiento del Titanic se vio lo mejor y lo peor del ser humano. Y podemos concentrar esto en una sola persona, Sir Cosmo Duff Gordon. ¿Qué rondaba por su cabeza?, ¿esas 5 libras fueron un acto de generosidad o de cobardía? Una vez expuestos los datos que cada uno saque sus conclusiones. Personalmente prefiero pensar que Sir Cosmo no quiso arriesgar su bote al regresar, pero que su oferta fue realizada en un acto de buena fe para al menos ayudar a los marineros que iban a bordo. Creo que en ese momento de desolación salió la mejor parte de un hombre que lo tenía todo y quiso ayudar a aquellos que no les quedaba nada. Dudo que fuera capaz de cometer algo tan ruín como pagar por no volver a ayudar a los hombres, mujeres y niños que iban perdiendo el aliento poco a poco en el Atlántico Norte mientras aún se escuchaban sus sollozos. Como hemos visto en el testimonio de Symons, aunque lo que parecía razonable era volver, nadie lo dijo, pese a que Hendrikson declara que él lo propuso. Aunque los únicos que opinaron sobre no volver para no poner en peligro el bote fueron los Duff Gordon, al parecer todos estaban de acuerdo, pues no se lo recriminaron. Por decirlo de otra forma, fue Sir Cosmo el que se arriesgó a que le juzgaran de cobarde (como así fue y sigue siendo en muchos casos) por oponerse a volver, cuando los demás miembros del bote en realidad opinaban lo mismo, sólo que no lo expresaron. Sin haber estado en esa situación, tanto en 1.912 como hoy en día es muy fácil tachar de cobarde a un hombre por no querer arriesgar su vida al intentar ayudar a otros y decir que debieron volver y salvar a todos los que pudieran, pero si nos ponemos en su piel, a bordo de un pequeño bote, en una fría noche en medio del Atlántico, quizá nos demos cuenta de que nosotros hubiéramos mirado primero por nosotros y nuestra familia y tampoco nos hubiéramos arriesgado a ponernos en peligro. En mi opinión hay que ponerse en situación para juzgar estos temas, pues verlo con la perspectiva que da el paso de cien años no sería correcto ni justo. Pero como he dicho antes, que cada uno saque sus conclusiones. Como pasa con casi todo lo referente al Buque de los Sueños nunca sabremos qué pasó en realidad.



[María Neira Domínguez]

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